miércoles, 14 de septiembre de 2016

¡BIENVENIDOS A LA VIDA EN EL COLE!



Una nueva etapa comienza para vuestros hijos: El paso a Primaria. Como con todo cambio, el ser humano necesita tiempo para adaptarse. Desde el  colegio haremos todo lo posible para que así sea. Intentaremos ofrecerles una buena acogida, donde el cambio se asimile debidamente y con tiempo.

El equipo de primero queremos comenzar este blog compartiendo con vosotros un artículo muy interesante sobre los cambios que sufre un niño a los 6 años. Leyendo este artículo podemos comprender comportamientos y cambios que quizás estáis notando en vuestros hijos.



LA METAMORFOSIS DE LOS SEIS AÑOS

La llegada de los 6 años es un momento de grandes cambios para un niño y su familia. No es que sean simples cambios en su desarrollo, es que en esta edad el niño se convierte en un ser totalmente diferente, podríamos compararlo con el proceso de metamorfosis de oruga a mariposa. Porque en el niño todo cambia: su físico, su esfera emocional, intelectual, social… Cambia su cuerpo, su conciencia y su conexión con el mundo.

En la pedagogía Waldorf a este momento se le conoce como la “primera pubertad” y suele ocurrir entre los cinco años y medio y los siete, y se caracteriza por:

Cambios físicos notables:

  • Todo el cuerpo se estira, las extremidades, el cuello, se marca mucho más la cintura, el vientre se aplana…
  • También caen los primeros dientes de leche y empieza el cambio de dentición, un proceso emocionante, aunque a veces angustioso.
  • Aumenta el apetito e incluso pueden aparecer dolores de crecimiento (en las piernas, en las articulaciones o hasta en el estómago).
  • Incluso el ritmo cardíaco cambia en esta transformación.

Podemos decir que en este momento el cuerpo hace un gran trabajo a nivel físico, casi un sprint de crecimiento, y a veces esto es incómodo para el niño/a, que tiende a estar más irritable o de mal humor.
De ahí la importancia que como padres y madres entendamos lo que está ocurriendo en su cuerpo, le acompañemos amorosamente y con ternura, facilitándole un buen descanso (es habitual también que duerman más horas) y alimentos nutritivos de calidad.


Intelectualmente empieza a abrirse al mundo:

Desde que nació todas sus fuerzas de vida estaban concentradas en desarrollar el cuerpo. Ya sabemos que al nacer nuestros órganos internos están incompletos, y tardamos aproximadamente 7 años en completar la mayor parte de su desarrollo. 
Una vez que esto sucede, esas fuerzas de vida quedan como liberadas, para trabajar entonces en dos esferas emergentes: la intelectual y la emocionalY esto empieza a ser evidente a los 6 años.
De repente el niño/a comienza a ver el mundo de otra manera, empieza a entenderloSe da cuenta que es un ser separado e individual del resto, ya no está tan centrado en sí mismo/a, ve que los adultos cometemos errores, y tiene muchas preguntas todo el tiempo.
Su intelectualidad también empieza a florecer, y llegan algunos interrogantes y cuestionamientos. De repente quiere saber cuál es el número más grande, o qué es el infinito.

Comienza a estar preparado para abarcar aprendizajes académicos, si bien sigue recibiendo la información mejor desde las historias y las imágenes creativas. Todavía percibe y habita en la magia de la primera infancia, aunque pronto desaparecerá.
Podemos presenciar como un florecimiento hacia afuera, por lo que en este momento se da una separación mucho más clara de los padres.


Necesitan encontrar nuevos límites:

Como todo lo siente diferente, a esta edad se necesitan también encontrar nuevos límites. Esto es muy importante entenderlo, pues pueden aparecer entonces conductas y palabras inapropiadas, el rechazo rotundo (“¡Tú no me mandas!”), la falta de respeto, hacer cosas con frenesí, decir mentiras…
¡Pero es imprescindible que así sea! Los niños/as necesitan probar todo esto para encontrar su camino
Así que abordemos estos cambios desde la comprensión, que el niño/a entienda que seguimos ayudándolo para mostrarle cómo hacer las cosas y que sienta que haga lo que haga, o diga lo que diga, lo amamos incondicionalmente.

Cambia su forma de jugar:

El juego también cambia. Antes veía un objeto y lo utilizaba y lo transformaba con el juego. Ahora todo sale mucho más desde dentro. El niño/a imagina primero a lo que quiere jugar y busca entonces objetos y materiales que le permitan construir esa escena que ha imaginado. Puede incluso dedicar más tiempo a crear ese mini-mundo que realmente a jugar luego con él.
Y como todo viene de dentro, hay momentos en los que no puede encontrar la inspiración, y empiezan a salir a menudo los “me aburro”, ¡pero eso es bueno!
En estos casos una manera de acompañarle es dándole trabajos reales que le ayuden a movilizar su energía. Por eso todo tipo de tareas domésticas (cortar verduras, poner la mesa, sacar la basura, barrer, quitar el polvo, limpiar los cristales, quitar malas hierbas…), lo que sea que estemos haciendo en casa, puede servir. Esta acción en movimiento, le guiará, y por lo general al poco rato el niño/a encuentra su inspiración y encuentra un nuevo juego.

Cambios en la esfera emocional: del “hacer” al “sentir”:

El primer septenio se caracteriza por ser la etapa de la voluntad y del hacer. Su voluntad le ha ayudado a aprender a caminar, a hablar, a adaptarse a nuestra cultura. Pero con la transformación de los 6 años, el niño/a empieza a estar centrado en el sentimiento, en el sentir.
Empieza a ser sensible a las palabras y a las acciones de los demás, y pueden aparecer comentarios relacionados con sus sentimientos “no le gusto a nadie”, ” se han reído de mí”,…
Es un momento sensible parecido a la adolescencia en el que también se da cuenta que sus acciones desencadenan emociones en los otros
Se da cuenta de ese gran poder que puede ejercer sobre los demás, que con palabras pueden hacer que otro haga lo que él/ella quiera, que puede hacer reír a los demás o hacerles sentir mal.
Esto es algo que también deben explorar pero que hay que acompañar necesariamente con una buena comunicación, nombrando las emociones, ayudando a empatizar, y en donde los cuentos de hadas o los cuentos sanadores pueden ser de gran ayuda, pues con una imagen sutil muestran el camino a seguir, el de la nobleza y la bondad.
También es un momento en que la sexualidad empieza a emerger. Y aparecen los primeros novios, las bodas, los besos…

En definitiva, la transformación de los seis años es un momento de gran belleza, de expansión, de crecimiento, también una época muy sensible, de confusión, y de muchos cambios. Una etapa única en la vida que debemos entender y acompañar siempre desde el respeto, la atención y el amor, permitiendo que se ponga a prueba, que busque nuevos retos, y estar allí para abrazarlo/a cuando lo necesite.Entender que puede haber momentos de regresión al apego, de inseguridad, de necesidad de sostén, pero también de libertad y frenesí.
En cualquier caso debe quedarle muy claro que no está solo/a y que estaremos a su lado para que se convierta con total plenitud en el ser que ha venido a ser a este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario